Un gran momento
Hoy quiero compartir con vosotros este momento. Porque Protocolo no es sinónimo solo de banderas, himnos y autoridades, porque últimamente parece que solo se habla (o solo hablamos) de fallos, errores o malas prácticas y se nos olvida que nos dedicamos a algo maravilloso, a trasladar mensajes, a comunicar en vivo, a emocionar a las personas que acuden a los eventos que organizamos.
El miércoles, un programa de televisión me recordó uno de los mejores momentos que he podido vivir dedicándome a la organización de actos, me emocioné recordándolo y me ha parecido una buena idea, aprovechando el comienzo del fin de semana, poner una nota de color a esta crisis que parece que atravesamos.
En octubre de 2011, dentro de las funciones que tenía en el departamento de Protocolo de la Fundación Príncipe de Asturias, tuve la suerte de colaborar en un homenaje a Leonard Cohen enmarcado en el programa de la Semana de los Premios que aprovecha la asistencia de los premiados para organizar diferentes actos a lo largo y ancho del Principado. Dentro de las tareas de protocolo, planificamos los recibimientos, las líneas de saludo con autoridades y patrocinadores, los recorridos y la ubicación de todos ellos en los diferentes palcos.
El homenaje iba a celebrarse en el Teatro Jovellanos de Gijón y aunque iba a contar con la asistencia del homenajeado, éste no tenía ninguna participación especial pues de lo que se trataba era de que pudiera ver su legado a través de artistas locales para los que suponía una referencia en sus carreras.
Pero lo más importante, al finalizar el evento, la Fundación quería ofrecer una sorpresa a todos, especialmente a Cohen con algo muy especial y emocionante. Y se consiguió. Pincha en la imagen si quieres ver qué pasó:
Recuerdo con mucho cariño aquel viaje, varios días antes del evento, desde Oviedo a Gijón en el autobús con el Joven Coro de la Fundación para hacer los ensayos. Recuerdo las ganas que tenían esos chavales por cantar delante de Cohen y el buen hacer de los responsables de la fundación, que en todo momento alentaban y animaban generando un ambiente inmejorable.
Recuerdo también cómo decidimos colocar entre el público a los chicos, cómo reservamos esos asientos para que nadie, el día del evento, pudiera enterarse de lo que iba a pasar. Queríamos sorprender, queríamos emocionar y lo logramos. No solo a Leonard Cohen que se encontraba en uno de los palcos, también a todos los espectadores, patrocinadores y autoridades que vivieron ese momento. No se me podrá olvidar las caras de todas esas personas, cómo se daban la vuelta para mirar atrás buscando a los chicos del Joven Coro que estaban repartidos por varias zonas del teatro. No se me olvidarán sus sonrisas y su nerviosismo, pues en aquel teatro, ese día, se produjo la magia. La magia del protocolo.
Creo que es necesario recordar de vez en cuando lo bonito que puede llegar a ser esto y la importancia que tiene nuestra disciplina, pues sin protocolo nada habría sido posible.
¿Que qué es protocolo? Pues mucho más que hacer las líneas de saludo, acompañar a las autoridades y realizar el sitting de los palcos. Lo importante es que se piense qué se quiere conseguir con ese evento, cómo va a planificarse, qué recursos son necesarios para llevarlo a cabo y qué técnicas se deben aplicar para lograrlo. Y en este caso, todos los implicados en la organización participaron en esa planificación que permitió que la ejecución saliera tal y como se esperaba.
Me alegro de haber aportado mi granito de arena, me alegro mucho también de haber podido conocer a uno de los más grandes y me alegro, quizás de lo que más, de haber podido ver las caras de felicidad de todo un auditorio y sentir que lo habíamos logrado.
Buen fin de semana!