Como cada año, hoy tiene lugar la final de la Copa de SM el Rey, primera por cierto que preside SM don Felipe VI. Los caprichos del fútbol han decidido que sea el FC Barcelona y el Athletic Club de Bilbao los equipos que se enfrenten esta noche. Esto no debería significar nada (salvo para los madridistas que estamos estos días muy tristes) pero como siempre la política entra en escena para desvirtuar algo tan inocente como un partido de fútbol.
Todo el protagonismo inmerecido se lo está llevando el himno de España que como viene siendo tradición, sonará en su versión completa a la llegada del Rey. Este hecho parece que ya empieza a ser familiar pues no es la primera vez que algunos grupos presentes en el campo, aprovechan este momento para ejercer su derecho de protesta y propinar una sonora pitada a los acordes de esta marcha que nos representa a todos.
En mi opinión, esta pitada no ha lugar porque se trata de un acto deportivo donde lo que debería primar es el fútbol y el espectáculo pero ésta, como digo, no es más que mi opinión a este respecto.
Como podréis comprender, el motivo de este post no es el de comentar la pitada al himno si no el de preguntarnos y razonar el motivo por el que debe sonar el himno de España en este evento.
En primer lugar, debemos analizar quién convoca este evento. En este caso es la Real Federación Española de Fútbol la que tiene los derechos sobre la competición denominada Copa del Rey de Fútbol. La RFEF está registrada con el número 19 en el Registro de Entidades deportivas del Consejo Superior de Deportes que se refiere a estas instituciones como entidades privadas sin ánimo de lucro. Es por tanto una institución privada que organiza un evento al que acude tradicionalmente algún miembro de la Familia Real.
Y esto entronca con el segundo punto, la tradición. La tradición que en #protocolo tiene “rango de ley” pero que no es más que eso, tradición. Es cierto que históricamente ha sonado el himno antes de cada partido y es cierto también que esta tradición es adaptada del franquismo pues ya se interpretaba el himno cuando la competición se llamaba Copa del Generalísimo.
En el caso de la transición y rebatiendo el primer punto, hay otras instituciones privadas que tocan el himno de España a la llegada de la Familia Real como por ejemplo la propia Fundación Princesa de Asturias en la que cada año, en su Entrega de Premios, la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo interpreta el himno de ponerse la piel de gallina.
Pero es eso, tradición porque no está obligada a interpretarlo, de hecho y siendo estrictamente legales, no debería interpretar el himno siguiendo el Real Decreto 1560/1997, de 10 de octubre, por el que se regula el himno nacional que deja bien claro en su artículo 3 cuándo y cómo deberá ser interpretado:
Artículo 3.
El himno nacional será interpretado, cuando proceda: 1. En versión completa: 2. En versión breve: |
De esto se desprende que al ser un acto NO OFICIAL, no debe ser interpretado. Tampoco cabe el punto 2 c) pues aunque se trata de un acto deportivo, no es un acto en el que haya una representación nacional (no juega la selección nacional) ya que los equipos que juegan son dos entidades privadas también.
Por último está el tema de los honores que también se confunde en muchas ocasiones. La interpretación del himno de España es una de las partes en la que está conformada la rendición de honores militares. Si se interpreta en versión breve o versión larga dependiendo de qué autoridad comparezca, viene recogido en el Reglamento de Honores Militares. Este reglamento, lo primero que dice:
En representación de la Nación y en nombre de los poderes del Estado, las Fuerzas Armadas rinden honores militares como homenaje y manifestación de respeto a la Bandera de España, al Rey y a determinadas personalidades, autoridades y mandos militares. |
Esto deja bien claro que solo hay honores cuando son las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil la que los ofrecen, lo que argumenta la tesis de que es indiferente que acuda el Rey a este evento pues al no estar presente ninguna unidad militar, no hay posibilidad de rendirle honores militares.
Creo que deberíamos dar un paso más y normalizar todas estas cuestiones. Los pasos que se están dando en cuanto a la adaptación de las tradiciones y costumbres en los pocos meses de reinado de D. Felipe y Dña. Leticia, nos muestran la valentía de la adaptación a los nuevos escenarios y tiempos que corren y que no se debe tener miedo a tomar decisiones duras siempre y cuando estén bien fundamentadas.
Mi opinión desde el punto de vista protocolario: esta noche, que no suene el himno. (Y HALA MADRID!)