Eventos sociales durante el confinamiento: de los conciertos en solitario a las cañas por zoom

Durante estas semanas de confinamiento, se ha vivido una gran evolución en la manera de relacionarse de las personas. El carácter mediterráneo de la sociedad española implica la necesidad de contacto. A poder ser, contacto físico como abrazos, apretones de mano, besos… en definitiva, muestras de afecto. Poco a poco, gracias a lo que se conoce como resiliencia, esa sociedad se ha ido adaptando igual que ha adaptado sus necesidades y se ha podido ver, igualmente, una evolución entre lo que se consideraba necesidad y lo que realmente lo es.

En un primer momento, lo que parecía que podía preocupar más era la manera en la que se iba a disfrutar del tiempo libre si la gente debía quedarse en casa. No se podía concebir un fin de semana sin salir a tomar algo, sin quedar con amigos, sin escuchar música… Así, los más rápidos, empezaron a proponer acciones que permitieran pasar ratos agradables para no tener la necesidad de salir. Posiblemente una de las que más éxito tuvo, por lo menos en nuestro entorno, fue el #yomequedoencasa Festival que en menos de 48 horas montó un programa de actuaciones virtuales a través de los perfiles en las redes sociales de los diferentes artistas. Un festival muy completo que, durante tres fines de semana, dejó más de ochenta horas de música y la participación de ciento sesenta y tres artistas.

A partir de esos primeros días, se pudo observar una evolución muy interesante. Se dejó a un lado (que no olvidado) lo que se entiende como ocio y se pasó a tener la necesidad de cubrir los aspectos más afectivos, el contacto con los seres queridos. De los conciertos se pasó, a lo que se podrían denominar “cañas virtuales”, con amigos y familiares: un rato divertido junto a los seres queridos.

Para ello, se ha tenido a disposición un gran número de programas y aplicaciones que han facilitado el contacto y la cercanía. Todos: jóvenes y adultos, aprendimos a utilizar las diferentes opciones, atendiendo a sus particularidades y características. Cabe destacar como punto interesante que se ha identificado cada aplicación con una actividad, igual que se identificaban los diferentes espacios en el día a día previo al confinamiento.

De esta manera, se han buscado alternativas a los métodos utilizados para el teletrabajo. Los que utilizan para trabajar Microsoft Teams, han utilizado otras vías para conectarse con familiares y amigos, incluso con los propios compañeros, igual que hacían cuando salían de la oficina para ir al bar a tomar un café y desconectar. Los que lo hacen con Zoom, Hangout, Meets, Skype, etc., les ha pasado lo mismo. Aunque siempre hay excepciones que confirmen la regla, fundamentalmente debidas a las especificaciones de cada aplicación en relación al número de participantes, se ha comprobado que es algo generalizado, pero que resulta muy difícil de detectar pues, dejando de lado aplicaciones como HouseParty (nadie la utilizaría para mantener una reunión de trabajo), el que teletrabaja con Teams ha podido identificar Zoom como su lugar de ocio y viceversa.

La mención especial se la lleva WhatsApp que es utilizada como recurso habitual tanto para el ocio como para el trabajo. Si bien es cierto que cada vez es más habitual que no sea la primera opción, si es la más recurrente y sencilla posiblemente por ser la que más se utilizaba antes de entrar en esta situación.

Durante esta etapa y tal y como se mencionaba en párrafos anteriores, se han estado combinando las quedadas virtuales con la oferta cultural disponible online. Destacan acciones como #LaLigaSantander Fest que ha compaginado las actuaciones musicales con entrevistas o apariciones de futbolistas y otros personajes, todos desde sus casas y con un fin solidario: recaudar fondos para conseguir material sanitario. Ejemplo de que la sostenibilidad y la solidaridad son ya el presente y se espera que hayan llegado para quedarse.

Del mismo modo, el mundo global ha tomado una importancia aún mayor. No está permitido viajar, pero se puede tener el mismo contacto, adaptándose a los husos horarios, con el amigo que vive a dos manzanas de nuestra casa que con el familiar que vive en la punta más alejada del planeta. Esto también ha afectado a esa oferta de ocio virtual que, más que nunca, es una oferta mundial. Desde entrar en el Louvre parisino hasta disfrutar del festival Jersey4Jersey que, con el objetivo solidario de recaudar fondos para los más desfavorecidos, nos ha permitido adentrarnos en las casas de estrellas mundiales como Bruce Springsteen o Bon Jovi. Esto es solamente un ejemplo, pues son miles las opciones de las que se ha podido disfrutar y los eventos virtuales que se han creado con un fin solidario.

Aun con todo ello, el ocio y las relaciones sociales no terminaban de encontrarse en comunión ya que otra característica que define la virtualidad es que el contenido puede consumirse, en la mayoría de los casos, sin ser en directo. Incluso redes sociales como Instagram, permiten que todos sus contenidos estén disponibles durante 24 horas. Por ello, cuando se queda para hablar con la familia o los amigos, se deja el concierto de lado y se recupera al terminar la videollamada.

Esto ocurre también porque hay una sobreoferta de acciones y eventos. Si en tiempos normales el ciudadano medio acudía a uno o dos conciertos al año y visitaba tres o cuatro exposiciones, ahora son infinitas las ofertas de ocio y cultura de las que dispone y todas ellas sin levantarse del sofá.

Podemos decir, por tanto, que el paradigma del evento ha cambiado. Ya no es el momento por el que se regía nuestro horario, sino que lo postergamos hasta que sea buen momento para disfrutarlo. Este concepto obliga a cambiar, ya no solo formatos, también contenidos y nos hace a los organizadores, tener que ser muchísimo más exigentes en estos puntos para ofrecer eventos que emocionen a nuestro público.

Teniendo cubiertas las necesidades afectivas y consiguiendo un control técnico sobre las diferentes opciones que la tecnología permite, el evento social y virtual ha seguido evolucionando. Ahora, cualquier persona es un organizador de eventos en potencia, pues todo el mundo es capaz de iniciar una videollamada o programar una reunión. Pero ahí no hay industria y ésta también ha sabido adaptarse.

El siguiente paso y último por el momento, es un reto para los profesionales. Este peldaño pasa por ser capaces de crear productos que puedan comercializarse y así, poco a poco, salir adelante. La manera que se ha encontrado hasta el momento es precisamente seguir con la evolución lógica de lo visto anteriormente. Si la sociedad es capaz de consumir ocio online y además está capacitada para poder relacionarse en el entorno virtual, se puede pasar al siguiente nivel: eventos virtuales, exclusivos y en los que se entremezclen ambos entornos.

¿Por qué no poder disfrutar de un espectáculo de magia, de un monólogo o de un concierto a la vez que se está con amigos y familiares? Hay un sinfín de posibilidades que permiten una personalización excepcional y una capacidad de adaptación que, hasta ahora, solo podían permitirse las empresas en el ámbito corporativo.

Algo similar es lo que ha propuesto la popular plataforma de contenido en streaming, Netflix. A través de una colaboración con Google, han desarrollado una extensión para el navegador Chrome llamada Netflix Party que permite compartir contenido simultáneamente entre varios amigos en diferentes ubicaciones. El realizar la conexión con esta aplicación te asegura que el contenido se reproduce totalmente sincronizado y que ningún usuario podrá ir más avanzado y hacernos es tan temido spoiler. Además se ofrece la posibilidad de abrir un chat en vivo para poder ir comentando la película o serie que estemos viendo.

Estas circunstancias van a permitir celebrar eventos sociales muy especiales y en compañía. Como antes del confinamiento. Escuchar una canción y tras ella, poder comentar con un familiar, aunque esté en otra vivienda, resolver un escape room interactuando con tu equipo o disfrutar de un monólogo mientras ves cómo un amigo lo disfruta también, es algo que está dentro de las posibilidades que ofrece el entorno virtual. Esto es posible porque los precios pueden ajustarse. Ya no son los mismos costes ni el evento tiene la misma producción.

Esperamos que esta situación pase pronto y sabemos igualmente que nada puede compararse con el abrazo de los seres queridos, pero hasta que todo esto acabe, hay que seguir avanzando y no debemos olvidar una cosa muy importante: un evento es como un sueño y puede llegar hasta donde llegue la imaginación.

Santigo Sánchez Regadera
Comunicación y Protocolo

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